lunes, 27 de agosto de 2012

ARTE ITALIANO

ARTE ITALIANO 
En Italia el enfrentamiento y convivencia con la antigüedad clásica, considerada como un legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y de validez general. Por ello, allí, es posible el surgimiento del arte renacentista y precede a todas las demás naciones. En Florencia el desarrollo de una rica burguesía ayudará al despliegue de las fuerzas del Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de Italia.
Fuera de Italia la Antigüedad Clásica supondrá un caudal académico asimilable, y el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los impulsos marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí,,, hacen el papel de verdaderos transmisores.



De los estupendos mosaicos bizantinos de las iglesias de Ravena a los templos griegos de Sicilia y los anfiteatros romanos de otras ciudades, el arte italiano, en todas sus formas expresivas, se extiende maravillosamente en el curso de los siglos -desde el imperio romano hasta la actualidad- sorprendiendo continuamente la sensibilidad del observador.
Italia es el País de Donatello, Tintoretto, Tiziano, Giorgione: autores de un gran número de extraordinarias y valiosas obras de arte. En la Escuela de Cimabue recibió su formación artística Giotto, el artista más importante del siglo XIV, autor del Campanario de Florencia y de los frescos de la Basílica Superior de San Francisco de Asís. Los príncipes de los siglos XV y XVI encomendaron a pintores, escultores y arquitectos, la tarea de embellecer sus residencias y ciudades. También lo hizo la curia papal: en la primera mitad del siglo XVI operan, en este campo, Rafael y Miguel Ángel. Este último es escultor (La Piedad, Basílica de San Pedro), arquitecto (Cúpula de San Pedro) y pintor (Capilla Sixtina). La pintura del Renacimiento –así como también la literatura- redescubre los temas mitológicos de la antigüedad: en la pintura El Nacimiento de Venus (aproximadamente 1485, Galería de los Uffizi, Florencia), Botticelli representa a la diosa del amor naciendo de la espuma del mar.
Gian Lorenzo Bernini, por su parte, es el intérprete más importante del período Barroco. Es arquitecto, pintor, escenógrafo, comediógrafo y, sobre todo, escultor. Recibe su formación artística en Roma, donde trabaja toda su vida como artista oficial de los Papas y de las más importantes familias romanas. Su producción artística es extraordinariamente amplia y variada, fruto de la espléndida combinación de la arquitectura, la escultura y la pintura. Sus esculturas más famosas son Apolo y Dafne (1622-24), conservada en la Galería de Villa Borghese, y el Éxtasis de Santa Teresa (1644-51), en la iglesia de Santa María de la Victoria, ambas en Roma. Durante más de cincuenta años Bernini se ocupó de las obras de ampliación y decoración de la Basílica de San Pedro, para la cual realizó la plaza con la Columnata (1657-65), el Baldaquín (1624-33), la Cátedra de San Pedro (1656-66) y las tumbas de dos Papas. También decoró las principales plazas romanas con fuentes monumentales, como la hermosa Fuente de los ríos (1648-51) de Plaza Navona.
En el siglo XVIII Canaletto pintó sus espléndidas imágenes de Venecia y de la vida veneciana, inmersas en una luz y una atmósfera sumamente realistas. En este siglo se produjo el retorno de los ideales clásicos -tanto en la literatura como en el arte- estimulados por numerosos hallazgos arqueológicos, entre los cuales se destacan el de Herculano y Pompeya: Antonio Canova (Amor y Psique, 1787-93, Colección de Possagno - Treviso) fue, indudablemente, el mayor intérprete del Neoclasicismo en el campo de la escultura.
El Novecientos italiano fue interpretado por varios autores, diferentes y originales, como los futuristas Boccioni, Balla y Carrà, así como también Giorgio De Chirico, Renato Guttuso y Alberto Burri. Este último (1915-1995) emplea materiales “pobres” para realizar sus obras, como bolsas, plástico y alquitrán. El artista agrede la materia con quemaduras y desgarros. Los materiales son los protagonistas absolutos: no representan nada, sino que sugieren estados de ánimo, sufrimiento y tormentos arraigados en el hombre y en la vida.

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