ARTE ITALIANO 
Fuera de Italia la Antigüedad Clásica supondrá un caudal académico asimilable, y el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los impulsos marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí,,, hacen el papel de verdaderos transmisores.
De los estupendos 
                    mosaicos bizantinos de las iglesias de Ravena a los templos 
                    griegos de Sicilia y los anfiteatros romanos de otras ciudades, 
                    el arte italiano, en todas sus formas expresivas, se extiende 
                    maravillosamente en el curso de los siglos -desde el imperio 
                    romano hasta la actualidad- sorprendiendo continuamente la 
                    sensibilidad del observador. 
Italia es el País 
                    de Donatello, Tintoretto, Tiziano, Giorgione: 
                    autores de un gran número de extraordinarias y valiosas 
                    obras de arte. En la Escuela de Cimabue recibió 
                    su formación artística Giotto, el artista 
                    más importante del siglo XIV, autor del Campanario 
                    de Florencia y de los frescos de la Basílica Superior 
                    de San Francisco de Asís. Los príncipes de los 
                    siglos XV y XVI encomendaron a pintores, escultores y arquitectos, 
                    la tarea de embellecer sus residencias y ciudades. También 
                    lo hizo la curia papal: en la primera mitad del siglo XVI 
                    operan, en este campo, Rafael y Miguel Ángel. 
                    Este último es escultor (La Piedad, Basílica 
                    de San Pedro), arquitecto (Cúpula de San Pedro) 
                    y pintor (Capilla Sixtina). La pintura del Renacimiento –así 
                    como también la literatura- redescubre los temas mitológicos 
                    de la antigüedad: en la pintura El Nacimiento de Venus 
                    (aproximadamente 1485, Galería de los Uffizi, Florencia), 
                    Botticelli representa a la diosa del amor naciendo 
                    de la espuma del mar. 
Gian Lorenzo 
                    Bernini, por su parte, es el intérprete más 
                    importante del período Barroco. Es arquitecto, pintor, 
                    escenógrafo, comediógrafo y, sobre todo, escultor. 
                    Recibe su formación artística en Roma, donde 
                    trabaja toda su vida como artista oficial de los Papas y de 
                    las más importantes familias romanas. Su producción 
                    artística es extraordinariamente amplia y variada, 
                    fruto de la espléndida combinación de la arquitectura, 
                    la escultura y la pintura. Sus esculturas más famosas 
                    son Apolo y Dafne (1622-24), conservada en la Galería 
                    de Villa Borghese, y el Éxtasis de Santa Teresa 
                    (1644-51), en la iglesia de Santa María de la Victoria, 
                    ambas en Roma. Durante más de cincuenta años 
                    Bernini se ocupó de las obras de ampliación 
                    y decoración de la Basílica de San Pedro, para 
                    la cual realizó la plaza con la Columnata (1657-65), 
                    el Baldaquín (1624-33), la Cátedra de San Pedro 
                    (1656-66) y las tumbas de dos Papas. También decoró 
                    las principales plazas romanas con fuentes monumentales, como 
                    la hermosa Fuente de los ríos (1648-51) de Plaza 
                    Navona. 
En el siglo XVIII 
                    Canaletto pintó sus espléndidas imágenes 
                    de Venecia y de la vida veneciana, inmersas en una luz y una 
                    atmósfera sumamente realistas. En este siglo se produjo 
                    el retorno de los ideales clásicos -tanto en la literatura 
                    como en el arte- estimulados por numerosos hallazgos arqueológicos, 
                    entre los cuales se destacan el de Herculano y Pompeya: Antonio 
                    Canova (Amor y Psique, 1787-93, Colección 
                    de Possagno - Treviso) fue, indudablemente, el mayor intérprete 
                    del Neoclasicismo en el campo de la escultura. 
El Novecientos 
                    italiano fue interpretado por varios autores, diferentes y 
                    originales, como los futuristas Boccioni, Balla 
                    y Carrà, así como también Giorgio 
                    De Chirico, Renato Guttuso y Alberto Burri. 
                    Este último (1915-1995) emplea materiales “pobres” 
                    para realizar sus obras, como bolsas, plástico y alquitrán. 
                    El artista agrede la materia con quemaduras y desgarros. Los 
                    materiales son los protagonistas absolutos: no representan 
                    nada, sino que sugieren estados de ánimo, sufrimiento 
                    y tormentos arraigados en el hombre y en la vida. 
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